Carnet de negr@

Carnet de negr@

Puede parecer bastante raro empezar este artículo con este título, pero hace unos días que no hago más que pensar en lo siguiente:

“¿Existe algún grado de sabiduría o experiencia que acredite, y a la vez permita juzgar la identidad o identificación que puedan profesar otras personas?”

Me hago esta pregunta una y otra vez. A lo largo de mi vida me encontré en multitud de ocasiones (en la escuela, en el trabajo, en mis círculos de amistades o de personas afines,…) a personas que juzgaban o hacían suposiciones hirientes sobre mi identidad.

Tú no eres africana.

No existen las personas negras y españolas.

No eres lo suficientemente negra.

Me arde el estómago ante este tipo de comentarios. ¿Existe alguna persona acreditada para decidir si mi identidad es africana? ¿No lo soy porque nací en España? ¿Qué pasa con las tradiciones heredadas y la propia construcción y gestión diferencial en un país diverso como España? ¿Dónde están los límites de la negritud?

¿Acaso no es un proceso interno simbólico que cada quien desarrolla en concordancia con sus experiencias personales dando una nueva visión al concepto en sí?

Todas estas suposiciones, que bien pueden reflejar la experiencia de cualquier otro/a afrodescendente en España, me levantan una mala hostia considerable:

¿Por qué cualquier persona puede acercarse y soltarme esto sin pensar en mis sentimientos?

Pienso en las broncas de mi madre a lo largo de mi infancia y adolescencia: siempre me decía que no podía soltar la primera cosa que se me viniera a la boca sin pensar en las consecuencias. Arduo fue su esfuerzo por hacerme entender que no debía ofender a nadie (sin motivo); que el respeto era uno de los valores más importantes y que yo debía ponerlo en práctica.

Este tipo de comentarios dolorosos y confusos intentan derribar aquella identidad que con tanto esfuerzo construyes mientras creces en un entorno que, a todas luces, quiere relegarte a un espacio en la periferia, para que no contribuyas, no intervengas, no exijas, y finalmente no seas parte.

Estoy escribiendo esto y no puedo evitar mirar a la pantalla de mi ordenador con cierto desencanto…

Recuerdo uno de los últimos episodios que ocurrió hace solo unos días mientras conversaba con un compañero negro. Su frase fue:

“Tú no eres realmente negra”.

Me dolió muchísimo escuchar esto. Estábamos conversando sobre las dificultades cotidianas que enfrentamos desde las diferentes posiciones que ocupamos como personas racializadas. Quedé de piedra al escuchar las palabras que habían salido de su boca en ese momento. No sé qué es lo que le hacía creer que estaba legitimado a invisibilizar mi identidad.

Lo soltó y quedó tan tranquilo. No soltó pieza de lo que, desde su opinión, debía definir a una persona negra o, en este caso, a una mujer negra.

En vista de que no tenía contestación, y que parecía que no me iba a explicar el motivo de su razonamiento, decidí seguir con lo mío e ignorarla este comentario desafortunado.

Montones de cosas pasaron por mi cabeza en ese momento:

¿Acaso yo no sufrí identificaciones por perfil étnico por las fuerzas de seguridad del estado siendo la única persona negra que transitaba en cierto espacio?

¿No fui carne de cañón de abusivos comentarios en la escuela, el instituto o la universidad?

¿Nadie se me acercó ofreciéndome dinero o preguntándome cuanto cobraba por mis servicios?

¿Acaso yo no reflejo la misma desconfianza hacia ciertas personas blancas cuando nuestros caminos se cruzan?

¿Acaso no dudan de mis conocimientos o experiencias por venir de un armazón negro como el suyo?…

Podría seguir años enumerando ejemplos y comparando nuestras experiencias, las de dos personas negras en un país que se piensa blanco: España.

Imagino que en su cabeza no pretendía hacerme daño de forma intencionada. Simplemente estaría pensando en las cosas que nos diferencian como personas: el país de nacimiento de ambos, la educación y cultura que poseemos, las diferentes formas de ver la vida o de pensar, de relacionarnos, etc.

Miles de cosas pueden diferenciarnos, sí. Al igual que con los millones de personas de diferentes etnias, culturas, religiones o diversas condiciones que residen en este u otro país.

Me frustra bastante pensar que aún queden personas que consideran a la comunidad  afrodescendiente que nace y/o reside en países como España, como un ente homogéneo que viste, actúa o se comporta de la misma manera. El hecho de no nacer en un país del continente africano no debe ser una cuestión que limite la herencia o identificación que una persona posea y decida hacer parte de su identidad. Se trata, según mi opinión, de una manera de pensar bastante cerrada y discriminatoria. ¿Por qué nos empeñamos tanto en establecer clasificaciones excluyendo aquellas experiencias que nos son ajenas?

De camino a casa me quedo pensando y recordando los versos de la poetisa Afrogalega Artemisa Semedo…

“Na meio branco n ‘txumado preta,

Na meio preto n ‘txumado branca

A mi ka di li, ami ka di la

Dos cultura; um na casa otu na escola

Uma dominante quel otu escravizada…”

 

Traducción

“En medio de los blancos me llaman negra,

en medio de los negros me llaman blanca,

no soy de aquí ni de allí,

dos culturas, una en la casa y a otra en la escuela,

una dominante y la otra esclavizada…”

 

Estas potentes palabras resumen el sentimiento de muchas de las personas afrodescendientes con respeto a nuestra identidad y a la participación en sociedades como la española.

Las palabras de Artemisa Semedo [1] (nombre precioso cuyo significado concuerda totalmente con su fortaleza guerrera de alma sensible) me ayudaron a poner sentido a esa sensación de bloqueo y frustración cada vez que decidía expresarme o hablar en público. Solo las personas descendientes nacidas en un país donde gran parte de la población es blanca, saben lo que es esa sensación amarga de que te recuerden que no perteneces a ningún grupo. Se nos desposee de cierta autonomía para expresarnos o identificarnos, en función de unas calidades físicas que nada tienen que ver con el sentimiento interno que albergamos, tan lícito como el de cualquier otra persona.

Esta misma sensación surge en mi ser al implicarme en espacios racializados, donde también existen divisiones y jerarquías que, una vez más, me hacen cuestionarme sobre dónde se consiguen esos carnet de “pureza negra”: ¿de dónde salen estos privilegios para justificar la posición dominante en ciertos espacios?

Existen ciertas condiciones o situaciones (como el estatus jurídico que poseemos, por ejemplo) que pueden marcar una diferencia entre las formas de ver y sentirse negrxs en España. Solo espero que en fondo seamos capaces de superar esos paralelismos y luchar por una sociedad justa y antirracista que no construya limbos imaginarios en los que nos perdemos y nos respete a todas por igual.

Días después de esta conversación y de haber reflexionado sobre ella, entendí su posición y lo que me quería decir con esas palabras. No escogió las palabras idóneas, pero entiendo lo que me quería comunicar. Creo que, a su manera, me estaba transmitiendo que yo misma ejemplifico un perfil de persona negra que se aleja de su propia experiencia racializada, al poseer el privilegio que otorga nacer en un país del entorno europeo. Un pasaporte de libre acceso para trasladarme a otras fronteras sin problemas, el dominio de una lengua que ayuda a traspasar ciertas puertas (aunque al final se nos cierren a ambos), o la experiencia de crecer en un sistema social dado.

Comprendo que su experiencia e historia son otras y eso influye en la propia idea de negritud que él construye, ligada a los fenómenos migratorios y los procesos y procedimientos que tienen lugar. Nuestros recorridos son diferentes, pero al final a los dos nos atraviesan muchas discriminaciones ligadas al color de piel.

Al mismo tiempo, pienso en mi situación personal y que si en algún momento yo hice sentir a alguien igual, no era mi intención. Creo que esta experiencia me ha servido para analizarme y ser consciente de las palabras que uso, el sentido con la que las utilizo y el daño que pueden provocar a otras personas de forma inconsciente.

Todas las características o costumbres son bienvenidas y deberían representar un concepto de la negritud que debe ampliarse con nuevas experiencias, estar en constante transformación, y dar cabida a todos los perfiles que existen y conviven en la sociedad. Esa es la verdad.

Hay que ser capaces de desvincularse de los postulados y los discursos que asocian ciertas características físicas, psicológicas y sus lógicas subyacentes de clasificación racial, pues dichas expectativas no convienen y casi siempre (por no decir siempre) se construyen a través de unos postulados blancos que no nos pertenecen y sí nos incumben.

La socialización en países como España y la implantación de un racismo interiorizado, para cualquier persona considerada no blanca presente en todos los ámbitos y contextos de la sociedad, dejan secuelas con las que te encuentras lidiando el resto de tu vida e influyen, notablemente, en la forma de autoreconocerte y de relacionarte con los demás.

Pienso en un libro leído hace poco de Rubén   H. Bermúdez, ¿Y tú por qué eres negro?,  y como me sentí a lo largo de sus páginas. La forma de construir su identidad como afrodescendiente nacido en España, las imágenes y sucesos que van marcando ese proceso. Considero que estamos en las antípodas con respeto a nuestras estructuras familiares y el contexto en que ambos vivimos; pero aún así, reconozco que me vi identificada en muchas de las imágenes y frases que él va intercalando en su libro.

Existen muchas formas de ser y representar nuestra negritud y nadie puede evidenciar lo contrario. Es por eso que todas las historias son igual de válidas para mostrar al mundo la riqueza, validez y heterogeneidad que está presente en cada una de nosotras.

Cada vida e historia cuenta y nadie ha de hacernos un examen para conseguir un ficticio “carnet de negrx”.

[1] https://www.instagram.com/arte_sen_medo/

[2] https://www.rubenhbermudez.com/y-tu-por-que-eres-negro-and-you-why-are-you-black

Sonia Mendes da Silva

Gallega-caboverdiana nacida en Burela (Lugo) hace 30 años. Socióloga y postgraduada en Migraciones Internacionales y Mediación Intercultural en la UDC (A Coruña). Miembro de Afrogalegas e interesada desde muy joven en todas aquellas cuestiones vinculadas a temáticas raciales y migratorias. Su trabajo de fin de carrera y Máster se centraron en la comunidad caboverdiana afincada en Burela y los procesos de movilidad social en todos estos años de residencia en la comarca gallega.