ARTÍCULO: Mujer racializada e Inmigrante. Una forma de exclusión en España

ARTÍCULO: Mujer racializada e Inmigrante. Una forma de exclusión en España

En la sociedad española las mujeres racializadas (1) y/o inmigrantes sufren triple discriminación, por clase, género y raza (2). En esta sociedad las mujeres inmigrantes no son escuchadas y son relegadas a espacios donde no llega la luz, espacios poco visibles, donde no incomoden, porque la sola presencia de estas mujeres para gran parte de la sociedad resulta un incordio.


Se les indica de diferentes maneras los espacios que deben ocupar, pero sobre todo los que no deben ocupar.


 

En la educación se les lleva a elegir un FP, en vez de incentivarlas a estudiar una carrera universitaria, porque resulta complicado en el imaginario español asociar a una mujer inmigrante y/o racializada con un grado superior, doctorado o especialización. Se les presupone poco intelecto y capacidades, por ello se les dificulta la ocupación de espacios donde puedan influir en la toma de decisiones del Estado, y actuar como sujetos políticos.

Trabajos reproductivos y cuidados del hogar

Se les relega a trabajos que no son valorados por la sociedad: Reproductivos y cuidados del hogar. Tal y como explica Almudena Díaz, en el artículo: La mujer trabajadora inmigrada: principal víctima de la precariedad laboral

 “Dado que el trabajo reproductivo desarrollado en los hogares queda fuera del circuito de mercado formal porque en términos económicos no se valora, y dado que las autoridades gubernamentales marginan en muchas ocasiones las tareas del cuidado a la esfera privada, el terreno queda libre para que el mercado informal ofrezca opciones y llene estos vacíos de oferta y demanda. En este contexto, las desigualdades sociales generan las condiciones ideales para que este trabajo mal remunerado y despreciado socialmente sea asumido por mujeres migrantes de países en los que sus oportunidades son muy escasas”

“De esta manera, el servicio doméstico libera a la mujer de la clase media trabajadora de las labores de la casa y de los efectos de la doble jornada, sin embargo, también refuerza las estructuras patriarcales al no implicar la redefinición de los roles en la familia: la trabajadora doméstica sustituye a la mujer pero el hombre no asume mayores cargas en las tareas domésticas ni del cuidado”


A las mujeres inmigrantes y/o racializadas las podemos encontrar realizando trabajos domésticos, en el cuidado de personas dependientes o en la hostelería.


 

En la sociedad española el empleo podría considerarse un medio que posibilita el bienestar económico, relaciones personales, y reconocimiento social, pero en el caso de las mujeres inmigrantes y/o racializadas estos elementos positivos se difuminan, sencillamente porque en los trabajos donde están principalmente representadas son en aquellos sectores donde existe mayor abuso laboral.

“Mientras la demanda de empleos continúa creciendo como resultado del envejecimiento de la población, la alta tasa de participación de la mujer en el mercado laboral y la merma del Estado de Bienestar en los países del Norte, las mujeres migrantes del Sur, remplazan a las autóctonas en las tareas del cuidado».(Denise Paiewonsky)

Este tipo de trabajo, realizado principalmente por mujeres inmigrantes y/o racializadas, se desarrolla en condiciones especialmente duras, y en muchos casos sin siquiera estar dadas de alta en la Seguridad Social, como es obligatorio por ley.

En un mercado laborar ya de por sí precario, es normal que las mujeres racializadas y/o inmigrantes se encuentren en situación de pluriempleo, es decir, desarrollar dos o tres trabajos distintos para conseguir cubrir las necesidades básicas. El empleo entre las mujeres inmigrantes y racializadas se encuentra muy vinculado al trabajo doméstico, cuidados de personas dependientes o la hostelería.


La realidad muestra que las mujeres inmigrantes y racializadas han sido relegadas a puestos de trabajo de baja cualificación sin importar niveles formativos y experiencias laborales.


 

Teniendo en cuenta esto, se puede entender que la situación de las mujeres inmigrantes las coloca en un lugar de exclusión social, o como diría Sawaia (2002) de «inclusión perversa». Es decir, que están incluidas en el sistema por la exclusión o negación de sus derechos.

Muchas personas en la sociedad española son excluidas del sistema: indigentes, enfermos… pero muchas otras personas son incluidas de manera perversa. Las mujeres racializadas y/o inmigrantes que trabajan en empleos que no son valorados por la sociedad: Reproductivos y cuidados del hogar, aunque generan un salario, es misero,  y no les permite una vivienda digna, una alimentación adecuada, el acceso a la educación, el uso de los servicios sociales o momentos de ocio. Son incluidas en el sistema pero de una manera perversa, con limitaciones y dificultades muy grandes, que les impiden encontrarse en condición de igualdad ante una persona autóctona.

Y es en estas desigualdades donde el racismo sociocultural encuentra abono para seguir flagrante en la sociedad española.

Racismo sociocultural

Si bien es cierto que el racismo biológico (3) perdió su validez hace años, este se ha convertido en un racismo sociocultural (4). En la sociedad española son muy pocas las personas que creen que biológicamente las mujeres inmigrantes y/o racializadas sean inferiores, sin embargo, las mujeres pertenecientes a este grupo siguen siendo excluidas, controladas y señaladas.


Ignorante, marginal y prostituta. Cuando eres una mujer racializada e inmigrante te enfrentas a estos adjetivos de manera recurrente, hasta el punto de normalizarlo. En el imaginario social existe una construcción de lo que es ser una mujer inmigrante y/o racializada, y todas las mujeres de este grupo son incluidas en esa construcción social, eliminando así la diversidad e impidiendo la construcción de una identidad personal. 


 

Se les sigue presuponiendo marginalidad, analfabetismo, sumisión e infantilismo. Sin duda estas características convierten a la población de mujeres racializadas y/o inmigrantes en un elemento contaminante para la sociedad, y por consiguiente en objeto de exclusión y racismo sociocultural.

Racismo Institucional: Ley de extranjería

Son muchos los mecanismos y herramientas con los que el Racismo Institucional promueve la exclusión de la personas racializadas, y especialmente de la población migrante. Una muestra de Racismo institucional, sin irnos más lejos, sería la Ley de extranjería, donde nos encontramos incongruencias continuas que dificultan el acceso a la igualdad de derechos. 

Un claro ejemplo podría ser la vía de regularización administrativa a través del Arraigo laboral

Este tipo de autorización de residencia temporal por circunstancias excepcionales está orientada a ciudadanía extranjera que se halle en España, haya tenido relaciones laborales durante un mínimo de seis meses de forma irregular, y que puedan demostrar permanencia continuada en España durante un periodo mínimo de dos años, acreditando la existencia de relación laboral a través de Resolución judicial o administrativa confirmatoria del acta de infracción de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social .

Es decir, una de las opciones para poder acceder a un autorización de residencia es que el o la solicitante lleve como mínimo 2 años viviendo de manera irregular en España, sin derechos y sin haber sido  tildado de «criminal», y posteriormente el o la solicitante debe acreditar que de esos dos años, durante un mínimo de 6 meses ha trabajado de manera irregular, sí de manera irregular. El Estado español obliga a las personas inmigrantes a ser explotados como mínimo seis meses sin contrato, sin seguridad social,… en resumen, que permitan que  sus derechos sean vulnerados durante seis meses  para poder dar curso a su solicitud de autorización de residencia temporal.

Un Estado que le exige a la población inmigrante residir de forma irregular durante dos años, pero le niega la posibilidad de trabajar y acceder a sus derechos más básico, lo obliga a vivir en exclusión social. Esto es racismo, esto es inclusión perversa.

Pero esto no es el único ejemplo. Otra de las principales vías de regularización es el Arraigo social.

Qué condiciones debe cumplir la  persona solicitante? Llevar como mínimo tres años en España de manera irregular, claro, tres años sin seguridad social, empleo, derechos o atención sanitaria. Además deberá demostrar que alguien le quiere contratar durante mínimo un año a jornada completa, y que dicho empleador/a está dispuesto a esperar a formalizar el contrato como mínimo 3 meses, que es el plazo en que la administración tarda en decidir que si da la autorización o no. Sobra decir que esta demora es surrealista, ya que la solicitud no implica ningún tipo de consulta a diferentes administraciones o demás. En el momento de la solicitud la persona solicitante entrega toda la documentación requerida y legalizada, por lo cual si se quisiera el personal técnico de la Administración, en ese mismo instante, al comprobar que se cumplen todos los requisitos, podría emitir el visto bueno.

No siendo ya suficiente todos estos impedimentos, la persona solicitante debe demostrar mediante un informe de arraigo emitido por los Servicios sociales del ayuntamiento que tiene «arraigo en España». Este informe valora entre otros puntos el “esfuerzo de integración” por parte de la persona solicitante, siendo una de los indicadores para acreditar dicho “esfuerzo de integración” la asistencia e interés por aprender alguna de las lenguas oficiales del territorio español. Es decir, la administración exige haber acudido a cursos de español para personas extranjeras, sin embargo la propia administración, como es el caso de la Comunidad Autónoma de Galicia, niega el acceso a dicha formación en sus Escuelas Oficiales de Idiomas a todas aquellas personas que no dispongan de permiso de residencia. 

¿Qué hace el estado Español?

Ante esta situación el Estado español no toma acciones, porque sin duda el racismo sociocultural forma parte de la estructura social, económica y política del país. Se refleja en las políticas migratorias que el propio Estado crea para controlar y criminalizar la migración irregular, lo que crea oportunidades para la violencia, impunidad y corrupción, principalmente contra la población de mujeres inmigrantes y/o racializadas.

Desde el estado se representa a las mujeres inmigrantes y/o racializadas como una población sin nada positivo que aportar a la sociedad española, todo lo contrario, el Estado español presupone que la llegada de estas mujeres al territorio español, puede tener consecuencias negativas: Gastos por el uso de los servicios públicos u ocupación de ofertas de empleo.

Esta percepción y estigmatización hacia la mujer inmigrante y/o racializada reafirma la existencia de un grupo opresor que ha generado un discurso de discriminación y exclusión social hacia una minoría tomando como puntos centrales la raza y el género, y extendiendo este pensamiento a todos los ámbitos del estado hasta llegar a la sociedad y la cotidianidad. Esta estigmatización y percepción no es más que una forma de ejercer poder contra las mujeres inmigrantes y/o racializadas y naturalizarlo.

Poder y género

Partiendo de la idea de que el Estado español es machista y racista, podemos decir que las leyes y políticas públicas que afectan a la mitad de la población migrante (mujeres) surgen de un enfoque que ignora la experiencia particular de las mujeres. Esta percepción del Estado hacia las mujeres inmigrantes y/o racializadas las hace invisibles e implica situaciones que afectan concretamente sus derechos; La escasa existencia de debates por parte del Estado sobre la regularización de los trabajos asociados al cuidado y al servicio doméstico, las dificultades en el acceso a la educación, la normalización de las experiencias de racismo sufridos en los empleos, las barreras para realizar denuncias por contratos precarios o trabajos con condiciones irregulares, y la situación de desigualdad de la mujer inmigrante y/o racializada ante el sistema de salud pública.

Sin duda el Estado debe parar de generar discursos racistas que llevan a la desigualdad, el odio y la estigmatización de la población inmigrante. Después de tantos años utilizando políticas discriminatorias y de exclusión principalmente hacia las mujeres inmigrantes y/o racializadas es momento de que el Estado español comprenda que leyes como la de extranjería reafirman el Racismo Institucional.

Esta forma de legislar además de ser un intento fallido de frenar la inmigración contribuye a fomentar la economía sumergida, la segregación educativa y la denegación del derecho a la salud, perpetuando el racismo y la exclusión de la población migrante. 


Que el Estado español siga legislando en contra de las personas inmigrantes para limitar y restringir, aún más sus derechos, resulta aterrador.


 

El Estado español dede recordar que las políticas migratorias no deben ir en contra de los Derechos Humanos, y que todas las personas que llegan a un nuevo país deben tener los derechos inherentes a la condición de ciudadano sin importar su nacionalidad.

Se quiera ver o no, el Estado español es racista y machista, y sus políticas migratorias van en contra de una sociedad, justa, igualitaria e intercultural.

 

 Edición: Sabrina Soledad Bequir Suárez

 

 

Notas de autora:

1    Mujer racializada: Grupo de mujeres socialmente estigmatizadas y discriminadas por su origen de nacimiento, rasgos físicos y cultura.

2    Raza: Forma de clasificación del ser humano según etnias. Es preciso destacar que el concepto de raza se encuentra obsoleto para definir la diversidad genética humana, sin embargo su utilización es aún muy habitual, especialmente en lo referente a grupos de personas discriminadas por rasgos étnicos.

3    Racismo biológico: Postura que intenta a través de una clasificación de la estructura biológica validar y legitimar el racismo. Según está clasificación hay seres humanos superiores a otros por nacimiento.

4    Racismo sociocultural: Las nuevas formas de racismo han recibido una amplia variedad de denominaciones, entre ellas: racismo simbólico (Kinder & Sears, 1981, Sears, 1988), racismo aversivo (Dovidio & Gaertner, 2000), racismo moderno (McConahay, 1983), racismo ambivalente (Katz, 1981), ontologización (Roncarati et. al, 2009), Infra-humanización (Leyens et al, 2003), hetero-etnización (Vala et al, 2009).La mayoría de estas denominaciones comparten como elemento común que el nuevo racismo es tal cuando, en contexto sociales donde se promueve el anti-racismo, se practican formas indirectas de atribución de inferioridad a exogrupos (Vala, 2009). En este sentido, el nuevo racismo refiere a aquellas actitudes, comportamientos y creencias encubiertas que colocan al “otro” en la de una categoría humana inferior.